Cada día, funcionarios de todo el mundo se enfrentan a una diversidad apabullante de opciones. Cuanto más dinero dediquen, por ejemplo, a la educación, menos tendrán para mantener hospitales, combatir la contaminación o mejorar la productividad agrícola. Mientras grupos de presión, activistas y medios de prensa favorecen ciertas causas (los paneles solares, la lucha contra el virus del Zika, la solución inmediata de vacíos legales tributarios), otros asuntos no tan candentes (como la nutrición o las enfermedades no transmisibles) pueden quedar desatendidos.